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martes, 12 de enero de 2016

50 promesas para un Matrimonió



1. Comenzar cada día con un beso.
2. Usar siempre su anillo de bodas.
3. Salir juntos una vez a la semana.
4. Aceptar sus diferencias.
5. Ser cortés.
6. Ser bondadoso.
7. Hacerse regalos.
8. Sonreír con frecuencia.
9. Tocarse.
10. Hablar de los sueños.
11. Elegir una canción para que sea "nuestra canción".
12. Frotarse la espalda.
13. Reír juntos.
14. Enviarse cartas sin un motivo especial.
15. Hacer lo que a la otra persona le gusta, antes que él o ella lo pida.
16. Escucharse.
17. Alentarse.
18. Hacerlo a la manera de él o de ella.
19. Saber las necesidades mutuas.
20. Prepararle el desayuno a la otra persona.
21. Elogiar dos veces por día.
22. Llamarse durante el día.
23. Calmarse.
24. Tomarse de las manos.
25. Mimarse.
26. Preguntarle al otro su opinión.
27. Mostrar respeto.
28. Recibir al otro con alegría cuando vuelve a casa.
29. Mostrarse de la mejor forma.
30. Guiñarse el ojo.
31. Festejar los cumpleaños en gran manera.
32. Pedir perdón.
33. Perdonar.
34. Organizar una escapada romántica.
35. Preguntar: "¿Qué puedo hacer para que seas más feliz?"
36. Ser positivo.
37. Ser amable.
38. Ser accesible.
39. Responder rápidamente a los pedidos del otro.
40. Hablar de su amor.
41. Recordar los momentos favoritos pasados juntos.
42. Tratar con cortesía a los amigos y familiares del otro.
43. Enviar flores para el cumpleaños para el aniversario y sin motivos.
44. Aceptar cuando se está equivocado.
45. Ser sensible a los deseos sexuales del otro.
46. Orar por el otro diariamente.
47. Observar juntos las puestas de sol.
48. Decir con frecuencia "te amo".
49. Terminar el día con un abrazo.
50. Buscar ayuda exterior cuando sea necesario.

miércoles, 22 de mayo de 2013

El anciano

Un anciano que pasaba los días sentado en un banco de la plaza que estaba a la entrada del pueblo, era muy querido por sus vecinos y siempre contestaba con mucha sabiduría a cualquier pregunta que le hicieran.
Un día, un joven se le acercó y le preguntó:
–Hola, señor, acabo de llegar a este pueblo, ¿Me puede decir, cómo es la gente de este lugar?
–Hola hijo, ¿De dónde vienes? Preguntó el anciano.
–De un pueblo muy lejano.
–Dime, ¿Como es la gente allí?
–Son egoístas, envidiosos, malvados, estafadores… por eso me fui de aquel lugar en busca de mejores vecinos.
–Lamento decírtelo, querido amigo, pero los habitantes de aquí son iguales a los de tu ciudad.
El joven, lo saludó y siguió viaje.
Al siguiente día pasó otro joven, que acercándose al anciano, le hizo la misma pregunta:
–Acabo de llegar a este lugar, ¿Me podría decir cómo son los habitantes de esta ciudad?
–¿Cómo es la gente de la ciudad de dónde vienes?
–Ellos son buenos, generosos, hospitalarios, honestos, trabajadores… tenía tantos amigos, que me ha costado mucho separarme de ellos.
–Los habitantes de esta localidad también son así. Respondió el anciano.
–Gracias por su ayuda, me quedaré a vivir con ustedes.
Un hombre que también pasaba muchas horas en la misma plaza, no pudo evitar escuchar las dos conversaciones y cuando el segundo joven se fue, se acercó al anciano y le preguntó:
–¿Cómo puedes dar dos respuestas completamente diferentes si los dos jóvenes te hicieron la misma pregunta?
–En realidad todo está en nosotros mismos. Quien no ha encontrado nada bueno en su pasado, tampoco lo encontrará aquí. En cambio, aquellas personas que tenían amigos en su ciudad de origen, también los encontrarán aquí, porque las personas reciben aquello que ellas mismas están dispuestas a dar a los demás.
«Todo lo bueno y lo bello de la vida que necesitas, lo llevas dentro de ti. Tú simplemente déjalo salir, compártelo con los demás y cuando menos te lo esperes regresará a tu vida»

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''Simplemente Mujer"