martes, 10 de marzo de 2015

El curioso origen de los “atrapasueños”

TE ENCANTARA ¿Tienes algún atrapasueños en la cabecera de tu cama? ¿En la entrada de tu casa o en alguna ventana? Nos encanta verlos suspendidos a nuestro alrededor. Según dice la leyenda, nos permiten filtrar nuestro mundo onírico. Canalizan las emociones positivas para contener todo lo negativo, es decir, todas las pesadillas que tenemos durante la noche.
Una creencia popular sostenida en un interesante mito que te invitamos hoy a conocer con nosotros.

El pueblo de los ojibwa y los atrapasueños

Los atrapasueños o “cazadores de sueños” tienen su origen en un pueblo nativo americano que, a lo largo de la década de los 60, empezó a popularizar estos objetos  confeccionados a mano para venderlos a los turistas en sus reservas. Bonitos tributos artesanales que formaban parte de su cultura y su tradición.
Los ojibwa son originarios de América del Norte, y es común encontrar asentamientos en la zona de Ontario, Wisconsin y Minnesota. Para elaborarlos, utilizaban fibras de ortiga anudadas a una especie de argolla circular o en forma de lágrima, donde confeccionaban una especie de red a modo de tela de araña. Utilizaban también madera de sauce y, por lo general, los atrapasueños tenían un diámetro no muy grande, de unos 10 centímetros.
Los comercializaban bajo la idea de que, gracias ellos, las personas podían evitar las pesadillas y alejar las malas energías y los espíritus malvados. Como curiosidad te diremos que fueron muchas las tribus nativas que criticaron a los ojibwa por vender aquellos objetos. Decían que, al hacerlo, se perdía el auténtico valor místico y espiritual de los atrapasueños, puesto que los turistas los adquirían únicamente por motivos estéticos.
A pesar de las críticas, a lo largo de los años 60 los atrapasueños fueron uno de los objetos más vendidos de América, llegando de forma masiva a todo el mundo.

La finalidad de los atrapasueños

Los atrapasueños deben colgarse en las cabeceras de las camas o sobre las cunas de los niños. Su finalidad es la de desvanecer las pesadillas o esas visiones malignas que las personas podemos tener de vez en cuando. Parael pueblo de los ojibwa, estos objetos funcionaban de la forma siguiente:
Los atrapasueños filtran nuestro descanso nocturno. Así, mientras dormimos, las pesadillas o las malas sensaciones quedan atrapadas en ese tejido de araña central. Mientras, los buenos sueños y las sensaciones positivas bajan por las plumas inferiores, para discurrir poco a poco hasta nosotros. Cuando llega el amanecer, las luces tibias del sol hacen que las pesadillas se desvanezcan y desaparezcan para siempre de nuestro atrapasueños. Bonito, ¿no es así?
Además, esta tradición de los atrapasueños se basaba, para los ojibwa, en una bonita leyenda. Su figura central era una bella mujer llamada Asibikaashi. También se la conoce como la “mujer araña” y, lejos de tener una connotación negativa o inquietante, lo que hacía esta buena dama era cuidar de toda criatura de nuestro mundo.
Se inclinaba en la cuna o en la cama de los niños pequeños para tejer una red invisible, un tejido fino y delicado capaz de alcanzar cualquier pesadilla y hacerla desaparecer. Nada malo puede ocurrirle a esa criatura si Asibikaashi está con ella. Todo lo negativo queda adherido a sus redes, justo hasta el amanecer, cuando el brillo de la mañana renueva todo lo bueno, y desvanece después lo malo. Precioso, no hay duda.
Ahora bien, hemos de añadir, además, que existe una segunda versión sobre el funcionamiento de los atrapasueños. El pueblo de los lakota, por su parte, dispone de otra explicación que seguro te interesa conocer:
  • Las pesadillas y energías negativas pasan a través de la red hasta desaparecer, mientras que los buenos sueños quedan atrapados en el centro para, después, deslizarse suavemente por las plumas hacia abajo para llegar hasta nosotros y envolvernos con un descanso plácido y reconfortante. Lo malo se va y lo bueno se atrapa.
Y ahora dinos, ¿tienes tú también un atrapasueños en casa? Son, sin duda, una bonita tradición. No podemos asegurar si verdaderamente alejan o no las malas energías pero, sea como sea, siempre es agradable tenerlos junto a nosotros. Vale la pena tener en cuenta el origen de su tradición y su historia, un modo también de hacer nuestro pequeño homenaje a estas tribus norteamericanas, cuyos legados podemos seguir manteniendo vivos. No importan los colores que tengan ni sus formas: siempre será agradable tenerlos cerca.

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